¡Qué difícil es tener un sentimiento difícil como niño o niña y que pareciera que los adultos que están cerca de ellos no se den cuenta de cómo está su mundo interior!
Ninguna experiencia por sí misma marca la infancia: ni un divorcio, ni un duelo, ni el cambio de escuela, ni dificultades académicas, ni retraso en el desarrollo, ni la adopción. Incluso, esas circunstancias son necesarias y benéficas para desarrollar habilidades y generar cambios.
Cualquier niño o niña tiene el potencial de sobrellevar momentos difíciles, lo que es muy difícil y para lo que no están preparados es para llevarlo a cabo solos, sin el acompañamiento emocional o cognitivo de un adulto.
Por qué? Porque los niños están en proceso de desarrollar habilidades para afrontar las situaciones difíciles, aún no las adquieren al 100%. Habilidades como la metacognición o la habilidad para darse cuenta de lo que piensa y siente, la autorregulación o la habilidad para llegar a la calma, habilidades sociales que le permiten pedir ayuda, esperar, aceptar turnos o reglas, un diálogo interno sano que le promueva calma, habilidades cognitivas que lo llevan a buscar patrones, soluciones y resolver problemas.
Qué pasa si no le explico, lo acompaño o le presto las habilidades a un niño cuando está en una situación difícil? Lo explicaré describiendo sus sensaciones: Un niño o una niña en medio del caos, sintiendo un vacío interno enorme, incapaz de moverse, de elegir, de darse cuenta de lo que pasa porque la sensación es tremendamente angustiante e insoportable.
Te invito a pensar en un momento en el que, como niño o como adulto, la estabas pasando mal y el mundo “estaba bien” donde nadie te miró ni acompañó. Fue muy difícil verdad? Y eso que, como adulto, tienes habilidades desarrolladas.
Cuál es la invitación ante esta situación? No pases en alto las señales de los niños y las niñas que la están pasando mal: cuerpo tenso, niños reactivos que gritan, golpean, se alejan, insultan, se esconden, no juegan, no duermen, no quieren comer. Míralos, acércate a ellos, explícales la emoción que percibes. Acompaña y sigue el ritmo de su dolor. Empieza con ello y disfruta la conexión y el cambio en tus niños.
Si quieres que tus niños o niñas, al ser adultos, perciban su infancia feliz, acompáñalos hoy.
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